He estado unos días en Cantabria y me he quedado pasmado de la cantidad de montañas que hay agujereadas, seccionadas, cortadas por la mitad o a punto de desaparecer. Pero no es el único lugar donde se pueden ver estas atrocidades porque este tipo de demoliciones del medio natural se da en todas partes. Los mismos que se escandalizan y lamentan un incendio forestal devastador, un día deciden cargarse una montaña para sacarle un beneficio.
A mí, personalmente me horroriza la prepotencia del individuo que se crea con el derecho de eliminar una montaña, de aquel tipo que pueda decir: “tengo la potestad para venderte una montaña aunque no sea mía, elige la que quieras que hay muchas”.
Siento que destruyen algo mío, algo nuestro y sobretodo algo que no es exclusivamente suyo, de ellos, los homicidas.
Una montaña no es solo un terreno o un montón de piedras, forma parte de nuestro paisaje, de nuestro patrimonio, de nuestra naturaleza de la que nosotros mismos formamos parte, es nuestro pasado y nuestro futuro. ¿Por qué alguien puede atribuirse el derecho de quitar del medio una montaña?.
Seguro que la extracción de piedras, grava o arenas, es necesaria, me dá igual si tienen una buena escusa para hacerlo, pero lo harán igualmente, al menos que tengan la vergüenza y decencia de buscar soluciones mas funcionales como ubicar las canteras donde el impacto visual y medioambiental sea mínimo o nulo, preveer un segundo aprovechamiento del nuevo espacio o regenerar la naturaleza que antes dominaba el lugar.
Se deben borrar las cicatrices y devolver a la naturaleza, a la Tierra, lo que se le ha robado.
Deberíamos ser más críticos, más intransigentes con las personas que se doblegan a ciegas a los intereses particulares, que se doblegan egoístamente ante el poder del dinero.
Creo que es un atentado medioambiental y visual al paisaje, a nuestro paisaje.