Los trágicos acontecimientos de terrorismo ocurridos en París en la noche del 13 al 14 de diciembre del 2015 o el 11-09-2001 en Nueva York, o el 11-03-2004 en Madrid, y de los que todos se lamentan ampliamente por sentirlos cercanos, ocurren todos los días y de una gravedad multiplicada por cien actualmente y continuamente en muchos países del mundo, tanto por extrañas creencias y opiniones como por la incapacidad e ineptitud de sus gobernantes.
Los que hoy se lamentan de la barbarie ocurrida con sus semejantes, ningunean estas mismas barbaries ampliadas, que están ocurriendo en países más lejanos a su comunidad, lejos de su nivel de confort, de sus preocupaciones cotidianas, de la moda, de la popularidad, de lo que los medios y políticos dicen qué es importante y qué no.
Lo lamentable es que este sufrimiento, rabia e indignación que han sentido en sus propias carnes no servirá para protestar, manifestarse, ni siquiera dirigir la mirada a los que sufren de verdad el maltrato físico y psicológico allí donde la vida es un infierno en la Tierra.
Escarmentad, aprended, empatizad con los que padecen en aquellos países no tan lejanos, porque ellos sienten el dolor, la injusticia y la indignidad igual que cualquiera de nosotros.
Pensad que los políticos de Naciones Unidas no son los únicos que permiten (por su incapacidad), la sinrazón, el dolor y muertes en países subdesarrolados o en conflicto, sois todos, aquellos que os manifestáis y protestáis por un desahucio, por una congelación de salario, por el maltrato animal, pero sois incapaces de pedir, reclamar, exigir que se detenga una guerra, la sustitución de gobernantes genocidas, la abolición de la lapidación, protestar para impedir la venta de armas a países bélicos o en conflicto, la tortura en China y otros países, las ejecuciones de Arabia Saudí, el trato humillante a la mujer en cantidad de países, el sistema de castas de la India, las aberraciones de Siria, la esterilización forzada, la obligación a casarse a los 11 años etc, etc...
Somos nosotros, los ciudadanos, la sociedad, los que podríamos tomar el rumbo de los acontecimientos si nos uniéramos en los intereses comunes contra los abusos y vejaciones, en la protesta, en las exigencias a los gobiernos que son los que han de actuar en nuestro nombre, porque es su obligación el conseguir nuestros intereses.
Pero la realidad es muy distinta, como humanos, estamos en un estadio de evolución bastante primitivo, tanto, que al ritmo al que estamos destruyendo el planeta, éste acabará con nosotros antes de que podamos haber hecho algo verdaderamente importante.