La piratería en la Red
"Todos contra la piratería! distribuidora de la cultura sin discriminación por situación social o económica del individuo".
A la industria discográfica también le ha explotado la burbuja que inflaron con tanta alegría y frialdad, de excesos y lujuria, o sea, que nos daban lo que querían al precio que querían. Ahora agoniza agarrándose con las uñas a un público cansado de superficialidad, artificialidad y sus costes económicos.
Así es, antes era éxito lo que las discográficas querían que lo fuera; las estrellas del pop o del rock, a menudo, se modelaban al gusto del público potencial (en realidad, hoy todavía ocurre). Pero un grupo musical, sin acceso a estas catapultas de estrechos prejuicios, sólo se podían escuchar o conocer en locales nocturnos o por el comentario de algún privilegiado. Si se podían permitir el lujo de reunir algún dinerillo, podrían editarse ellos mismos un disco a través de un sello independiente y a los grupos más favorecidos a quienes se les concediera una audición ante un exigente productor, deberían aceptar unas duras condiciones. Me lo imagino como en las películas: un gordo rebosante de obscena prepotencia y arrogancia, con cadena y anillos de oro, fumando un apestoso puro y rodeado de guapas vividoras-objeto diciendo: “Está bien chicos, si lo hacéis a mi manera, mañana estaréis sonando en todo el continente, si no, volved al local de ensayo de donde habéis salido”.
Hoy es el público quien dice lo que es bueno o lo que le gusta, incluido todo aquel y aquello que no haya pasado por la pulimentadora discográfica, el público es quien pone de moda a un autor, a un intérprete o una canción, porque ahora la música es de todos, porque se coge, se presta, se intercambia y se regala más que se compra. Hoy la música no está escondida en las tiendas esperando al fanático o curioso que se atreve a comprar por suposición. Ahora podemos escuchar un disco antes de comprarlo, podemos conocer bandas nuevas, estilos nuevos…
Ahora, gracias a Internet, la música está al alcance de todos, de abuelos y niños, de pobres y discriminados, ya forma parte de la riqueza cultural individual como uno más de los escasos placeres gratuitos que acompañan a nuestra existencia.
El tiempo de este sistema establecido e impuesto por la industria, ha pasado. Ha de renovarse. De esta manera saldrá de este mercado todo el que no tenga un papel fundamental, todo lo que no sea imprescindible, los especuladores, los vividores y hasta se regularán los precios de los discos, de los conciertos, del comercio… Mientras ellos venden la cultura sólo a quien la pague, Internet la difunde a todo el mundo, también a los más desfavorecidos. En el nuevo modelo sólo quedará lo que el público demande. Es una estabilización natural del mercado y ha pasado desde siempre: la máquina desplazó al hombre, luego las computadoras, ahora Internet.
Desde el punto de vista del autor o creativo, puede parecer (y a veces serlo), injusto, pero también lo era antes cuando el grueso de los beneficios se los llevaban los demás, los intermediarios y otros aprovechados del trabajo ajeno, incluso los precios disparatados (impuestos incluidos), del producto final.
Un artículo publicado en el 2004 por “Escolar.net” reflejaba así esta situación:
“Así se reparte el dinero de un disco de 18 euros según AFYVE (la asociación de discográficas españolas).
El IVA es de: 16%: 2'49 euros. (ahora el 18%), la tienda se queda el 40'2 %, 7'25 euros, la discográfica un 24'4%, 4'41 euros, el distribuidor un 4%, 0'73 euros, la fabricación un 4%, 0'73 euros, los derechos de autor un 4%, 0'73 euros y el royalty para el artista es el 9'4%, 1'69 euros.”
Y continúa: “A juzgar por estas cifras de las discográficas, los músicos (si son a la vez autores e intérpretes), reciben aproximadamente el 15% del precio de portada de cada CD. Sin embargo, pocos son los que pueden aspirar a estos porcentajes.
La mayoría de las discográficas multinacionales suelen firmar a sus nuevos artistas por un período de cinco discos. El royalty de estos primeros contratos suele ser de sólo el 8% –no del 9,4%– y muchos sellos incluyen cláusulas que rebajan esta cifra hasta el 3% en caso de que los discos se vendan durante una campaña de promoción televisiva o a precio de oferta. Sólo los artistas que negocian contrato desde una posición de fuerza (después de entregar sus primeros cinco LPs), pueden conseguir un royalty más elevado. Este porcentaje, además, se calcula sobre un precio inferior al de venta en las tiendas.
El 4% del dinero del CD que se destina a los derechos de autor tampoco llega íntegro al bolsillo del compositor. La SGAE cobra de media un porcentaje del 15% del total recaudado en concepto de gestión. Además, la mayoría de las discográficas obligan a sus músicos a firmar con su empresa editora que se queda con la mitad (a veces más), de los derechos de autor. Algunas radiofórmulas utilizan el mismo método para cobrar a través de una editora musical por la promoción. Al final, el 4% se reduce a menos de la mitad. Con estos matices, el porcentaje real que reciben los músicos en España de cada disco vendido rara vez supera el 8%. El 7% restante hasta alcanzar el 15% se reparte entre discográficas, editoras y la SGAE.”
Esto es lo que defienden los “antidescargas”. Ahora los artistas consolidados, no es que no vendan discos, es que venden menos, pero les escucha más gente. Después de todo, lo que debería importar es la música, crearla, interpretarla, comunicarte, expresarte, disfrutar tocando y disfrutar escuchando, provocar, aflorar sentimientos, ánimos, inquietudes, placer. A pesar de todo, el trabajo bien hecho suele tener recompensa.
Por eso el sistema ha de reinventarse, y de hecho lo está haciendo:
Esta globalización de la cultura, esta democratización del panorama musical, reparte más los éxitos entre todos los artistas porque ya no se da tanto eso de que las discográficas sean las que patrocinen y promocionen o “creen” una estrella de Rock o de Pop invirtiendo en ella para que acapare éxitos y el mercado musical, si no que la atención del público se reparte entre un mayor número de artistas donde todos tienen una oportunidad, cada uno de ellos pueden grabar sus propias canciones y editarlas, hacer su propia promoción escogiendo el medio para dirigirse al tipo de público concreto que les conviene y mostrar lo que ofrecen para quien lo quiera comprar.
Mientras el sistema discográfico se desmorona, el de los conciertos está en auge, parece que son una alternativa ante la caída de las ventas de discos, una salida a esta debacle, pero a juzgar por la cantidad de intermediarios, de gente involucrada en ellos y sobretodo, los precios que piden por las entradas, esto tiene todo el aspecto de ser otra burbuja que también explotará cualquier día. Yo he ido a conciertos de grupos que he conocido en Internet y otros que en cuanto vengan no me los pierdo.
Hace una o dos décadas, los estilos musicales eran pocos y concretos comparado con estos tiempos. Ahora los creativos beben de muchas fuentes, adquiriendo más cultura musical, y esto influye y enriquece sus propias creaciones, lo que ha multiplicado los estilos musicales que casi siempre derivan de un estilo anterior. A veces los fusionan y otras los reinventan. Ya existen tal cantidad que es imposible reconocerlos todos.
Posiblemente esté hablando más de cantidad que de calidad pero lo cierto es que corren malos tiempos para la calidad en general, pero de forma destacable en lo referente a la poca exigencia popular en la búsqueda del sonido o la imagen perfecta. Hay mucha gente que no se da cuenta de si está viendo una película en otro formato de pantalla con la imagen deformada o que no les importa ver una película grabada desde la butaca de un cine. Recuerdo que hace unos años la gente se compraba un equipo de música por módulos, cuando se vendían compactos o de una pieza, para aprovechar la especialidad de cada marca en su componente de mejor calidad, las agujas del mejor diamante y los auriculares parecían de aviador. Hoy, la inmensa mayoría, escuchan y ven audios y vídeos en formatos digitales comprimidos a los que se les ha extraído la calidad adrede, la única ventaja es que se puede almacenar mayor cantidad en el reproductor obteniendo mayor variedad durante más tiempo.
Mi historia personal es independiente pero paralela y fomentadora de este declive de la industria discográfica: yo también compré los discos de mis grupos favoritos por un impulso entre idolatría, coleccionismo, afán de posesión, orgulloso de conseguir lo último de lo más… y sobretodo, por que si no lo tenías no lo escuchabas. Más tarde, procuraba conseguir casi todo aquello que me gustase, pero ya buscaba entre amigos, oportunidades y mercados de segunda mano, donde también se encontraba lo que ya no estaba a la venta. Ahora gracias a la red de redes, tengo la oportunidad de acceder a todo aquello que nunca hubiera conocido de otra manera, de acceder a la música que no hubiera entrado en nuestro mercado o no hubiera encontrado aun queriendo comprarla.
En la red he descubierto cientos de bandas y muchas músicas que no hubiera sabido que existían, libros, revistas, vídeos, noticias, conocimientos y un sinfín de cosas gracias al interés y solidaridad social. La música que me gusta no la ponen en la radio, incluso no es fácil de encontrar en las tiendas. Que no me expliquen historias de piratería! Esta "piratería" popular existe desde hace cuarenta años, cuando apareció la cinta de casette y luego el vídeo y la fotocopiadora.
Art. 44 CE:
Art. 44.1 Constitución Española: "Los poderes públicos promoverán y tutelarán
el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho."
Desmontando paso a paso la Ley Sinde por Antonio Delgado
Red S@Stenible, Es una plataforma ciudadana compuesta por colectivos, asociaciones y personas contra la Ley Sinde, que nace el 9 de Enero del 2010.
Petition Online, En defensa de los derechos fundamentales en internet. Manifiesto En defensa de los derechos fundamentales en internet.
Aplicaciones y proyectos. En Partido Pirata se esta creando un sistema VPN para evitar que la Censura de la Ley Sinde afecte a la poblacion en Española.